Entrevista: Prof. María Emilia Pérez Santarcieri. "La gente se despepita por ponerle nombre a una calle"

05.12.2019

Me recibe en su apartamento en un hueco de su apretada agenda de los jueves, día en el que tiene el ritual de comenzar temprano ordenando su casa, almorzando con unos amigos politólogos y luego yendo a la peluquería para mantener ese peinado tan elegante que la caracteriza. Por cada pregunta puede contar mil anécdotas, recordando los nombres de todos los involucrados. Con entusiasmo y añoranza, y un poco desencantada del presente. María Emilia Pérez Santarcieri, historiadora, presidente (nunca "presidenta") de la Comisión de Nomenclatura de la Intendencia de Montevideo desde 1991 y Ciudadana Ilustre de la ciudad. 

Luego de la entrevista, fui a consultar la RAE el significado de la palabra "despepitar". Si Ud. no lo sabe, haga lo mismo. Como recomienda la Profesora, siempre hay que ir a las fuentes.

¿Tiene presente cómo le surgió el amor por la historia y la ciudad?

No, no lo tengo presente. Lo he ido rastreando. Recién hace unos pocos años me puse a pensar y encontré huellas. No es un solo lugar, son varias cosas, las vertientes de mi formación por suerte fueron muchas. Cuando yo era niña, en mi casa se escuchaba radio Carve, y allí hablaba una periodista que se llamaba Adelita Barbita Colombo y que funcionaba con un seudónimo que era Elizabeth Durán.

Pero yo tenía un tío muy batllista donde yo iba continuamente, y allí escuchaba Radio Ariel, donde hablaba Monsieur Ferdinand Pontac que era el Dr. Bonavita.

De chica el primer libro que leí fue "Historia Sagrada", que para mí era una versión de los personajes bíblicos contada para niños. Mi familia no era religiosa, no sé ni por qué estaba ahí ese libro, pero a mí me encantó y yo me sabía todo: José, vendido por sus hermanos, las tribus de Israel, todo. Recién ahora me doy cuenta que esos son pequeños enganches que estaban mostrando algo que me iba a gustar.

¿Cómo era como alumna?

Yo era buena alumna en casi todo, era una niña feliz en la escuela, porque siempre aprendía algo nuevo. Ahora tengo la suerte de tener un sobrino nieto que hace lo mismo. Él siempre está tratando de aprender algo nuevo, y cuando uno conversa, si hay una palabra que no entendió, enseguida pregunta -¿esto qué quiere decir? - Eso me hace acordar a mi infancia.

¿Y cómo siguió sus estudios después?

Bueno, hice liceo, preparatorios, y entré en el Instituto Artigas a los 18 años. Poca gente entraba con 18 años. Y si bien siempre había sido sobresaliente en todo, ahí no me destaqué. Pero en lo que fui muy buena fue en didáctica porque a mí me gustaba la comunicación. Y después hice un posgrado y trabajé como profesora de didáctica. Hasta que: "Llegaron los sarracenos / y nos molieron a palos; / que Dios ayuda a los buenos / cuando son más que los malos" (Risas)

Hace casi 30 años que preside la Comisión de Nomenclatura de la Intendencia.

Exactamente, este año hacen 28, ¡una barbaridad!

Además de su lucha permanente para que no se cambien los nombres a las calles, ¿cuál le parece que fue su mayor aporte?

Bueno, eso creo que fue un aporte enorme. Es como la instalación de la feria o el contenedor de basura, todo el mundo lo quiere, pero no en la puerta de su casa. No piensan que hay gente que se perjudica con eso.

La otra cosa fue que nosotros ampliamos mucho el nomenclátor. Y digo nosotros porque tuve una cantidad de compañeros que estuvieron de acuerdo conmigo. Pusimos los animales y plantas propios de esta región, y comenzamos a poner cantidad de nombres de mujeres. ¡Pero un momentito! Nosotros pusimos nombres de mujeres que nos parecieron valiosas, no estamos con la idea de poner nombres de mujeres por ser mujeres.

¿Y se podría poner nombre de alguna mujer relevante, aunque sea polémica? Por ejemplo (y nombro una mujer muy renombrada)

Por ahora por suerte no se le ocurrió a nadie, así que usted por las dudas no levante la perdiz, ¡déjelo así! (Risas)

Con los cambios de las calles a veces hacen trampa, por ejemplo, en la plaza Cagancha ahora se llama Dr. Enrique Tarigo.

Ah, eso me dio mucha pena. Yo trabajé el Dr. Tarigo, lo conocía del semanario Opinar, una persona muy bien. Un buen día pidieron la circunvalación porque él vivía allí. Nosotros en la Comisión propusimos un parque lineal en Carrasco. Fui al parlamento, hablé con un legislador y él se cerró en la discusión. Resultado que un buen día entre gallos y medias noches a la mitad de la plaza le pusieron la placa. ¡Y lo peor que se lo pusieron del lado de la plaza en el que Tarigo no vivía!

Ud. siempre dice que Andrés Lamas hizo un resumen de la historia al nombrar las calles, pero que con los cambios sucesivos se ha perdido el sentido. ¿Le parece que el homenaje que se hace al nombrar una calle sigue siendo vigente, cuando en la mayoría de los casos nadie conoce el motivo?

Es como Ud. dice, más valdría hacer otra cosa. Pero la gente que se despepita por ponerle un nombre a una calle, no sólo la gente común sino los propios legisladores. Más, he visto gente que se atribuye poner nombres de calle que no puso. Una vez leo en una revistilla de una comunidad, que Fulano de Tal decía que había logrado que le pusieran el nombre del país de origen de esa comunidad a una calle. ¡Y esa calle estaba desde el año 1867!

Recuerdo haber hecho con Ud. algunos paseos por la ciudad, Ciudad Vieja, el Prado y hasta en el cementerio Central. ¿Tiene es su preferido?

¡Ah, sí, qué lindo! Yo disfrutaba con todos, porque la gente también disfrutaba, reviviendo cosas de la ciudad. Fue una experiencia que duró como 16 años, y un día vino un tipo y la sacó. Yo todavía subo a los ómnibus y hay gente que me saluda porque me conoció allí. Y cuando salen paseos nuevos, nadie sabe que antes se hicieron estas cosas.

Cada uno piensa que el mundo empezó ahora. Me gusta siempre que Jaime Clara cuenta que en el estudio de Menchi Sabat había un cartel que decía "Sea modesto, antes que usted naciera ya se habían inventado muchas cosas"

Ud. ya es ciudadana ilustre de Montevideo. Dentro de muchas décadas, ¿cómo le gustaría ser recordada en la ciudad?

Mire, yo no pienso nada, porque fíjese, si hace unos 10 años que dejé de hacer los paseos, y en la parte oficial nadie sabe que yo los hice, cuando yo me muera al día siguiente nadie sabe quién era yo. Aquellos versos tan preciosos "Es tan corto el amor, y tan largo el olvido" ... La gente cree que ponerle el nombre ya lo hace inmortal, y no es así.

Bueno, creo que con esto ya quedó lista la nota. Apago el grabador.

Bien, entonces ahora déjeme contarle algo...

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